
Vaya por delante que éste es un tema escabroso y estoy seguro que no a todo el mundo le va a gustar.
Como sabréis los que vivís en España, en Madrid hay actualmente
un musical sobre
El diario de Ana Frank. Ya sabéis, el diario escrito por una niña holandesa judía durante el tiempo que permaneció escondida de los nazis. Al final la detuvieron, la enviaron a varios campos de concentración y murió de tifus debido a las condiciones horripilantes en las que se encontraba su prisión, en parte por el caos que se montó cuando los aliados empezaron a ganar terreno a los nazis en la guerra.
La historia es horrible, como los son las miles de historias de los cientos de miles de personas, de cualquier nacionalidad y religión que murieron en esa guerra: soldados alemanes, rusos, franceses, americanos, civiles holandeses, belgas, franceses, rusos... En fin, la guerra es la guerra. Sin embargo, el Diario de Ana Frank se ha convertido en el típico icono de la Segunda Guerra Mundial, de la opresión nazi y del sufrimiento judío.
Como decía, se representa actualmente un musical sobre el tema. Qué cabeza lúcida pone su dinero
para hacer canciones y bailes con la historia de un niña muerta y cobrar un pastizal a la gente por verlo es algo que no comprendo, pero de mal gusto está el mundo lleno. Aún así, el otro día me asaltó la duda, viendo un resumen en televisión de la historia de Ana, de que era un poco "raro" el asunto. Y casualidades de la vida, hoy me encuentro
un artículo que deja claro meridianamente que todo el diario y el supernegocio montado alrededor es todo un fraude.
Entre otras cosas, uno averigua leyendo el artículo que:
- De lo que se supone que era un "pequeño diario" oculto, sale una novela de más de 230 páginas.
- El libro comienza, en su segunda página, con un ensayo filosófico sobre las razones que llevaron a Anne a escribirlo impropio de su edad. Además, a lo largo de la obra, demuestra un conocimiento de la situación política, con detalles de leyes oficiales, difícil de asimilar no solo por una niña de doce años, sino además por una niña que está escondida, apartada del mundo real por su seguridad.
- Hay diferencias sustanciales entre la edición inglesa y la alemana, mucho más de las achacables a la traducción.
- El padre, Otto Frank, responsable de la publicación del diario, admitió que necesito la "ayuda" de una escritora judía y más tarde de un periodista para "colmar algunas lagunas del diario".
- El periódico alemán Der Spiegel tuvo que reconocer que, "el Diario en su conjunto, no es auténtico".
- Se celebró un juicio en Nueva York entre 1956 y 1958, un escritor judío norteamericano Meyer Levin contra Otto Frank. El juez falló a favor de Levin y condenó a Otto a pagar 50.000 dólares de la época a Levin por "fraude, violación de contrato y uso ilícito de ideas". ¿Violación de contrato? ¿Contrato de qué?
Al final las partes llegaron a un acuerdo privado, sin duda porque de seguir adelante se desmontaría todo el chiringuito. El fallo dejaba claramente al aire la idea de que el diario era una falsificación. El escritor demandó también a un productor por usar material de Levin en la primera película sobre Ana Frank que él había escrito, pero que no estaba incluido en el Diario. Surrealista.
El tal Meyer Levin fue corresponsal en España durante la Guerra Civil, mira qué casualidad, y la Enciclopedia Judaica le reconoce como "el primer escritor en poner en escena El Diario de Anne Frank (1952)".
Entre otras casualidades, vemos que hay diferencias más que notables en la caligrafía de Ana, usando un fragmento del diario y otro de una carta escrita a su amiga. No es que sean diferentes, es que son completamente diferentes. La del diario es casi perfecta:

La de la carta es mucho más parecida a la que podría tener una niña de doce años en 1942:
El bolígrafo prematuroPara más inri, una investigación oficial en 1980 determinó que los manuscritos contenían tinta de bolígrafo, que no se inventó ni comercializó hasta 1950. Parece que se escribió más tarde de lo que nos dicen... El New York Times publicó la noticia el 9 de Octubre de 1980, por supuesto en los medios europeos cero patatero.

Si ya es vergonzoso hacer negocio con una niña muerta, vendiendo como auténtico una falsificación en toda regla, lo es más que en Alemania fuera impuesto como "lectura obligatoria" y se llegó al extremo de castigar a los profesores que osaran comentar las dudas sobre su autenticidad. Puedes preguntarte a qué se debe ese interés en ocultar la verdad, en mantener el engaño, aún a pesar de haber infinidad de pruebas que suscitan dudas, como mínimo ¿verdad?
La historia la escriben los vencedores. Al final de la Segunda Guerra Mundial se trataba de extender, de convencer, como si no fuera evidente, de que los nazis eran lo despreciable y cruel, los aliados los salvadores (¿algún diario escrito por una niña japonesa justo antes de morir abrasada tras recibir una bomba atómica en Hiroshima o Nagasaki en 1945, por favor?) y los judíos los grandes oprimidos y casi casi únicas víctimas del nazismo.

Con la perspectiva del tiempo, veo el Diario de Ana Frank como una operación de marketing exactamente igual a las armas de destrucción masiva de Sadam, desinformación interesada, amplificada por los medios, convertida en mito cultural y entendida por la gente como
la verdad. Y lo peor, como casi siempre, apelando a los instintos de la gente, a la sensibilidad, al utilizar a una pobre niña holandesa.
Si Ana levantara la cabeza... ¿estaría de acuerdo en que se haya utilizado su historia, adulterada? ¿estaría de acuerdo en que, este fin de semana, Israel
haya matado a más de 100 personas en Palestina, muchos mujeres y niños como ella? ¿Justifica una cosa la otra?
No caigamos en el error de que no tiene importancia. Si sabemos estas cosas sobre un hecho de hace 60 años,
¿qué sabremos dentro de 60 años sobre lo que nos cuentan hoy?