martes, 21 de julio de 2009

Rusia, Chechenia y las voces silenciadas

El pasado domingo, Bruno Cardeñosa, en su programa de radio "La Rosa de los Vientos", en la sección "La cara B" y coincidiendo con el reciente asesinato de Natalia Estemirova, habló de un tema muy interesante y relativamente poco conocido. Hemos hecho una transcripción de la sección del programa por el interés de la información que aporta. También hemos añadido algunos comentarios adicionales:

Era una activista a favor de los derechos humanos. Se llamaba Natalia Estemirova. El pasado día 15 fue secuestrada por desconocidos muy cerca de su casa, en Grozni, la capital de la República Rusa de Chechenia. Pocas horas después su cuerpo sin vida fue encontrado con heridas de bala en la cabeza y pecho. Llevaba años denunciando las atrocidades del ejército ruso en sus campañas en Chechenia. También la connivencia del poder de esta república con Moscú para ocultar la verdad sobre lo que ocurre en el lugar.

Un poco de historia, brevemente. Cuando se produce la caída de la Unión Soviética se declaró la independencia de este territorio del Caúcaso bajo el nombre de República Chechena de Ichkeria. Como consecuencia de esa declaración de independencia, el entonces presidente de la federación rusa, Boris Yeltsin, envió tropas a Grozni. Los rebeldes fueron aplastados, murieron casi 100000 personas en el ataque ruso. Pero la calma fue pasajera en Chechenia. La voluntad mayoritaria del pueblo siguió siendo la de ser independientes. No son rusos. No se consideran rusos. Tras la guerra, pese a que la población quedó diezmada, la oposición frente a Moscú prosiguió, pero claro, el territorio en el que se encuentra es fundamental, como siempre, el petróleo. Por allí discurren las rutas que necesitan Rusia y Occidente para que el oro negro de aquella zona del mundo llegue a su destino.

Y controlar el petróleo, controlar esas rutas, es controlar un inmenso negocio.

Nos situamos en septiembre de 1999. El día 7 de ese mes, una bomba estalló en un edificio en Buinaksk, en Daguestán, murieron 63 personas. El día 11 de ese mismo mes, un 11 de septiembre, otro 11S, en un bloque de edificios de Moscú estalló otro artefacto. Murieron 92 personas. Apenas 48 horas después, muy cerca de allí, otro atentado en otro edificio de apartamentos se cobró la vida de 112 individuos más. Pocas horas después, desde Moscú se culpa de los atentados a terroristas de origen checheno, musulmanes, para más señas. Con los años, el Kremlin señaló que eran activistas vinculados a la red Al Qaeda. Aquella acusación fue la excusa que sirvió al ejército ruso para entrar de nuevo en Grozni. Esta vez la ofensiva fue mas brutal si cabe, el país quedo destruido. Se elevó la cifra de víctimas a 150000. Casi no quedaron hombres. Finalmente un nuevo gobierno tomó el poder. Esta vez el nuevo gobierno era completamente pro ruso. Moscú se había quitado el problema de encima.

Lo cierto es que a partir de los atentados del 11 de Septiembre en Nueva York, Rusia vio su oportunidad y decidió subirse al carro de combatientes por la libertad, vinculando el terrorismo checheno y sus aspiraciones independentistas con Al Qaeda. De ese modo, de cara a la opinión internacional y hacia sus propios ciudadanos, podría barnizar sus acciones con un halo de lucha noble. Sin embargo, antes del 11S, jamás se había mencionado la posibilidad de dicha asociación ni sus supuestas conexiones con el terrorismo internacional. Es lo que tiene Al Qaeda, que es muy socorrida, y si EEUU, Israel y Europa Occidental la usan a su antojo, Rusia no va a ser menos…

Nota para numerólogos: El atentado aludido por Bruno del 11 de septiembre en realidad se produjo un 9 de septiembre.


Pero la represión no finalizó, ha sido continua y ha actuado ipso facto en cuanto alguna persona o algún colectivo han formulado acusaciones. Natalia Estemirova era una de esas personas. Ha muerto asesinada. Boca callada. Hace dos años falleció en similares circunstancias la periodista Anna Politkóvskaya. En las mismas fechas murió envenenado por polonio 210 en Londres el ex espía ruso Alexander Litvinenko. A los tres les unía la misma acusación: Los atentados de septiembre de 1999, decían los tres, no fueron ejecutados por activistas chechenos, ni mucho menos, por activistas de Al Qaeda. Los tres señalaban como culpables a los servicios de inteligencia de Rusia.

El propio Litvinenko dedicó un libro a este asunto en el cual ofrecía todo tipo de pruebas para demostrar que aquellos atentados habían sido fruto de una acción de los servicios de inteligencia. Este hecho fue también defendido por el político Sergei Yushenkov que formaba parte de la comisión oficial encargada del estudio de aquellos atentados. Mientras investigaba la implicación de los servicios de inteligencia también fue asesinado. Nunca se supo quién le había disparado. Entre sus fuentes de información se encontraba un espía de esos servicios de inteligencia, Alexey Galkin. Él decía que eran espías rusos quienes colocaron esas bombas.


Anna Politkóvskaya


La mencionada Anna Politkóvskaya era una periodista que se hizo conocida por sus reportajes sobre el conflicto checheno. En una ocasión fue arrestada por el ejército ruso. Con el ánimo de intimidarla, le hicieron un simulacro de ejecución. En otra ocasión fue envenenada gravemente, pero pudo sobrevivir. El día 7 de octubre de 2006, el día del cumpleaños de Putin, Anna murió tiroteada. El asesinato fue investigado por el también mencionado Alexander Litvinenko, que por aquel entonces había abandonado sus funciones en la KGB y se dedicaba al estudio de los asesinatos y torturas relacionados con el conflicto checheno. Días antes de morir envenenado por polonio, en una carta culpó a Putin de su muerte.

Sergei Yushenkov compartía información con Alexander Litvinenko y Anna Politkóvskaya en sus investigaciones. Militaba en un partido de la oposición y una de sus promesas electorales era hacer una investigación a gran escala sobre lo ocurrido en los atentados de los edificios. Asimismo, junto con Alexander, Anna y otros investigadores, investigó el asunto de la toma de rehenes por terroristas chechenos en un teatro de Moscú. Aseguraban que el FSB, sucesor del KGB, sabía de antemano que un grupo de chechenos tenían intención de cometer un atentado e incluso les incitaron a tomar el teatro. Sergei también murió tiroteado.

Los mencionados, no son ni de lejos los únicos que han sido asesinados por remover estos asuntos. Por ejemplo, el periodista Dimitri Kholodov investigaba casos de corrupción en altos mandos del ejército ruso, que habrían vendido en el mercado negro material militar propiedad del estado y que necesitaban una guerra, la de Chechenia, para posteriormente justificar esas ventas ilegales como material destruido en combate. El asunto implicaba según el periodista, incluso, al ministro de defensa ruso. Mientras realizaba sus investigaciones, recibió un maletín que contenía una bomba la cual explotó en su despacho causándole la muerte. Otro ejemplo: Nadezhda Chaikova, una corresponsal rusa que denunciaba las masacres realizadas por el ejército de su país en Chechenia, fue secuestrada y asesinada. El gobierno ruso acusó del asesinato a terroristas chechenos.

Además hubo un cuarto intento de atentado también en Moscú. Varios hombres se acercaron en un coche a otro edificio. Colocaron en la base un bulto sospechoso, pero un vecino vio la escena. Denunció a la policía el hecho. La rápida actuación de los agentes provocó que fueran detenidas 2 de las 3 personas que habían depositado los artefactos. Curiosa y casualmente, eran agentes de los servicios de inteligencia, pero fueron puestos en libertad. En aquellas fechas, al frente de los servicios de inteligencia rusos se encontraba quien después sería presidente, Vladimir Putin, que ya había sido designado por Boris Yeltsin como su sucesor. Curiosamente, cuando se produjeron los atentados, el apoyo popular de Yeltsin era del 35% de los rusos. No iba a ser reelegido, salvo que ocurriera algo, algo relacionado con la seguridad del país. Las elecciones se iban a celebrar en octubre. El ataque sobre Chechenia incrementó de forma exponencial el apoyo a Yeltsin, golpeado por numerosos escándalos de corrupción, pero ante la presunta amenaza terrorista, la opinión pública volvió a apoyarle. Ganó las elecciones con el 65% de los votos. Poco después, Putin alcanzó la cima del poder. El general Alexander Lebed también señaló a sus servicios de inteligencia como los responsables de aquellos atentados que cambiaron la historia de Rusia. Él desveló cómo el plan de ataque estaba diseñado desde marzo de ese año, en 1999, solo faltaba que hubiera una excusa, y esa excusa llego en forma de bombas. Nunca se ha podido demostrar la culpabilidad de activistas chechenos en aquel hecho, y quienes han recordado que esa y no otra es la realidad de esos sucesos, siempre han tenido el mismo fin, morir asesinados, demasiadas casualidades.



Cabe recordar, por hacer un resumen muy rápido y general, que Rusia, para Europa occidental y EEUU representó durante décadas el papel que ahora mismo representa Al Qaeda: Una fuerza oscura y terrible que amenaza constantemente la libertad y las vidas de los ciudadanos, aunque hay quien opina que, como ocurrió con el nazismo, el comunismo ruso pudiera haber sido apoyado desde ciertas posiciones de poder en principio poco relacionadas con el antiguo imperio y sí mucho más relacionadas con Wall Street. Con la perestroika vino la privatización de una gran cantidad de empresas, que inicialmente, en la era Yeltsin, fueron transferidas a capos de la mafia rusa, y después, con Putin, muchas terminaron en manos de grandes grupos y multinacionales controlados por la élite financiera mundial.

Quizá sencillamente tengamos el mundo que, como especie, merecemos tener. Mientras algunos mueren por descubrir y difundir la verdad, una mayoría ni siquiera se interesa mínimamente en encontrarla. Todo el mundo desconfía de los políticos y los medios de comunicación, pero poca gente, aunque cada vez haya más, intenta ir más allá. Algunos son perseguidos por denunciar situaciones que una gran mayoría prefiere ignorar. En cambio, una victoria en un evento deportivo saca a millones a la calle. El sistema funciona. Los ciudadanos funcionan. ¿Hasta cuando?

3 comentarios:

Charlie dijo...

Bravo Marcus. Parece increíble que ocurran estas cosas en pleno siglo XXI y "aquí al lado"... Terrorismo de bandera falsa, por doquier.

Anónimo dijo...

Pues si, chapo, vivimos dormidos y parece darnos todo igual, mientras hay gente que muere y lucha por abrirnos los ojos, la sociedad solo se preocupa por las mas tontas vanalidades. Si creo q realmente tenemos lo q nos merecemos

Buje dijo...

Tenemos lo que nos merecemos, no hay duda. Siempre que se producen tragedias, mayores o menores, me hace gracia escuchar a la gente decir "la vida continua"... al más puro estilo Freddy Mercury (The show must go on)... Es una tontería, una frase hecha, pero vale para entender un poco por qué somos así. Leemos cada cierto tiempo fechorías que cometen terroristas, grupos organizados, gobiernos... pero como nos pilla lejos miramos para otro lado. Si nos coge más cerca (11-M, ETA, etc), nos quedamos en shock pero como no nos ha tocado decimos "la vida debe continuar"... De esta manera nos la van colando poco a poco, nos van anestesiando y luego vamos al cine a ver "The Bourne Ultimate" y nos mola ver algo que tiene más de realidad que de ficción...

Es importante buscar información sobre lo que les pasa a las víctimas meses más tarde, cuando ya no son noticia, cuando nadie recuerda... Y los demás a vivir con la esperanza de que nunca nos toque o salpique una tragecia, mayor o menor... mientras quede anestesia...

Saludos