martes, 13 de noviembre de 2007

El negocio del cambio climático





Si hace pocos días expresaba ya cierta duda razonable respecto a la histeria compartida del cambio climático inducido por el hombre, el siguiente artículo en El Economista nos muestra alguno de los efectos producidos por este movimiento:

El negocio de las emisiones de CO2: Europa gana la partida a EEUU en un mercado en auge

Veamos algunas de las perlas del artículo (negritas mías):

¿Quién dijo que el cambio climático no podría ser también un gran negocio? James Cameron se juega decenas de millones de dólares invirtiendo en dióxido de carbono, la causa principal del calentamiento global. A cambio de reducir las emisiones en China, su empresa -Climate Change Capital- vende el derecho a lanzar CO2 al aire en Europa. Su precio ronda los 24 dólares (17 euros) por tonelada.
¿Derecho a contaminar?
Al Gore, ex vicepresidente de Estados Unidos y ganador del
Premio Nobel de la Paz por su lucha contra el cambio climático, ha promovido la compra-venta de emisiones de CO2 una vez que las autoridades reguladoras limiten los niveles de emisión.

El año pasado el crecimiento del mercado mundial de carbono se multiplicó por tres, hasta llegar a alcanzar los 30.000 millones de dólares, según el Banco Mundial. Los inversores han inyectado alrededor de 12.000 millones de dólares a los fondos dedicados a la contaminación, según New Carbon Finance. Para 2020, las previsiones auguran que el tamaño del mercado mundial de carbono podría dispararse hasta los 565.000 millones de dólares, según cálculos de la empresa de investigación Point Carbon, de Oslo.

La fiebre del carbono
En enero, Morgan Stanley compró un 38 por ciento de MGM International, una empresa de Miami que invierte en proyectos de reducción de emisiones, como parte de su incursión en el mercado de carbono. Para ello invirtió 3.000 millones de dólares. En junio, Credit Suisse compró un 10 por ciento de EcoSecurities de Dublín.


Es decir, que primero creamos la conciencia del problema, después pasamos la responsabilidad a los ciudadanos de a pie. ¿Y las grandes industrias, que evidentemente son las grandes contaminantes? Bueno, ellas tienen derecho a usar sus inmensos recursos económicos para seguir contaminando mediante la compra del derecho de otros países a contaminar. Es decir, que en lugar de que los países menos desarrollados sigan el camino de la industrialización, se compra su "cuota de contaminación" para seguir haciéndolo nosotros. Y por supuesto, con intermediarios que se lucren con este negocio.

¿No sería más lógico reducir las emisiones en todas partes e igualarnos en todos los sentidos?

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